Con permiso, buenas tardes.





1 de septiembre. Noche cerrada. Calor, oscuridad y silencio absoluto. Miento, sólo se ve y se escucha la luz de mi pantalla y el sonido de mis teclas. Me acabo de proponer volver a escribir. ¿Será el nuevo mes? No lo sé, y tampoco sé si será por mucho tiempo o si, como tantas otras veces, es sólo la inspiración del momento, pero mis ganas de escribir han despertado. ¡Bienvenidas!

En mis cascos se cuela Vanesa Martín versionando “Con permiso, buenas tardes” de la Comparsa Los Piratas (Antonio Martínez Ares, 1998), un pasodoble que en los últimos días ocupa un lugar privilegiado en mi lista de reproducción sin saber por qué.

Me dejo llevar por el sonido de sus acordes y las palabras que brotan de su voz… Comienzo a escribir una historia sobre una mujer maltratada pero borro de un plumazo casi una pagina entera escrita. Imposible seguir. ¿Quién soy yo para escribir sobre un dolor tan fuerte? Nunca sería capaz de transmitirlo. Le tengo respeto y no me atrevo.

Doy gracias por no haberlo vivido y decido dejar que la versión de la Sra. Martín hable por mi. 




No deja de sorprenderme cuánto puede llegar a transmitir esta canción. Es capaz de hacernos sentir y comprender, aunque sea en una milésima parte, el dolor de una mujer desesperada que, únicamente matando a su marido, es capaz de sentirse libre.

Es duro. Muy duro. Pero no viene mal escuchar de vez en cuando canciones como esta. Reflexionamos, cogemos aire y nos damos cuenta de la suerte que tenemos.

Parece mentira que a día de hoy, la libertad no sea algo tan obvio e intocable como lo es para quienes la tenemos, que el amor se confunda con la esclavitud y que en las noticias sigan apareciendo titulares de violencia machista.

No era mi intención escribir sobre esto pero una vez hecho, sólo puedo dar las Gracias a quienes me inculcaron esa libertad y, sobretodo, a quién me deja disfrutarla.


Buenas noches.

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