Freedom. Libertad.



Lo sé. No tengo perdón ni excusas posibles. Sé que las que me seguís me animasteis a que siguiera escribiendo. Me llegaron vuestros mensajes pero primero llegó el cambio de ciudad, luego el verano, el trabajo, siguió el trabajo de fin de máster, las Navidades… No encontraba ni el momento ni la inspiración para ponerme.

Hoy parece que he encontrado ese momento y esa inspiración pero sinceramente, no tengo ni idea de a lo que estas líneas me van a llevar…

Lo que empezó siendo una idea que me entusiasmaba, un blog que hablara de moda y mostrara de vez en cuando los looks diarios de una chica normal, me desilusionó rápidamente cuando me fui adentrando un poquito más en este mundo 2.0. Calcomanía de chicas, calcomanías de ropa, calcomanías de complementos y, lo que últimamente parece ser trending topic, calcomanías de viajes. ¡Y mira que me gusta a mi viajar y ver fotos de lugares del mundo (lo de las fotos es porque tengo ni el dinero ni el tiempo para hacerlo)! Pero es que, oye, tanto lujo y tanto postureo me cansa. Así que debe haber sido éste el principal motivo de no escribir; estaba un poquito aburrida de tanto blog.

El caso es que hace varias semanas leí una historia que me gustó mucho y mi primer pensamiento fue compartirla con vosotros y, aunque muchos ya la conoceréis, ahí va…

Supongo que todo el mundo ha visto alguna vez El libro de la Selva. Mowgli, un niño que tras perder a sus padres por el ataque de Shere Khan (el tigre), es criado por una manda de lobos. Pues bien, Tippi Degré podría ser Mowgli hecho realidad.



Nuestra protagonista nació en Namibia en 1.990 y dicen de ella que tiene un talento especial para tratar con los animales.

         Sus padres, fotógrafos de profesión, recorrieron África de su mano durante 10 años, inculcando a la niña su pasión por la naturaleza y lo salvaje. Nadie mejor que una madre para explicar su experiencia: “Fue mágico vivir en libertad la naturaleza junto a Tippi. Ella nació y se crió hasta los diez años en plena naturaleza con la compañía de todo tipo de animales, la mayor parte de su tiempo. Mi hija posee un vínculo de especial armonía y sabe conectar con la mentalidad de estos animales. Consideraba que éstos eran sus amigos y nunca les tuvo miedo, simplemente los miraba a los ojos y hablaba con ellos. Siempre pensé que ofrecer todo esto a mi hija era lo mejor que podía hacer, darle una experiencia inolvidable en comparación a la infancia que viven la mayoría de los niños en las ciudades. Mi decisión de criarla en el desierto africano fue una de las mejores decisiones que he tomado y no me arrepiento de ello.”

Según cuentan, durante su vida en Namibia creo vínculos muy especiales con muchos habitantes de la selva… Abu, un elefante de circo de 28 años. JB, un leopardo criado en libertad por los propietarios de una enorme hacienda de África, que en una ocasión mordió a un niño indígena y Tippi acercándose hasta el animal le propinó un fuerte golpe en la nariz y le ordenó alejarse, consiguiendo que soltara al niño. Cocodrilos, serpientes, leones, jirafas y todo tipo de animales salvajes acababan sucumbiendo a los encantos de la pequeña.

Sin embargo, no sólo los animales eran sus compañeros. La niña se hizo amiga de  “Bosquimanos” e “Himbas“, tribus del Kalahari que le enseñaron su lengua y los grandes secretos de supervivencia en el desierto.

La foto de Tippi al lado de un joven cachorro de león al que puso el nombre de Mufasa es maravillosa, pero lo más impresionante fue cuando después de un año volvimos y Mufasa, que se había convertido en un enorme animal, se acercó a Tippi y le ronroneó frotándose contra ella como hacen los gatos. Casi caigo al suelo del susto que tenía y estaba deseando que se alejara.” dice Sylvie, su madre.

Pero no todo era tan fácil para nuestra pequeña, “Tippi fue herida varias veces. Un grupo de suricatos casi le arranca la nariz y, en 1994, cuando estaba en un pozo de agua con un mono llamado Cindy, éste le atacó arrancándole bastante pelo hasta que conseguimos que la soltara. Fue muy doloroso para ella”.

La aventura fue, según dice su madre, Sylvie, una “experiencia maravillosa” a pesar del calendario de rodaje agotador que realizaban para la empresa que les contrató. “Era realmente como vivir en nuestra propia casa, que en el fondo es como una parte de África.”

Sin embargo nuestra Tippi, que ya tiene 23 años no está totalmente de acuerdo con su madre. “No mamá, no es verdad que me encantó. Fue genial vivir junto los elefantes y los leones, pero habría sido mejor si no hubiera estado tanto tiempo delante de una cámara. Fue duro, difícil, hacía calor y yo no era del todo feliz. Al final estaba totalmente agotada.”

Finalmente, sus padres, conscientes de que no era una vida propia para una niña de su edad, decidieron mudarse a París y aunque intentaron que fuera a la escuela, su comportamiento y su poca afinidad con los de su especie, la llevaron a ser educada en casa.

Se sentía asfixiada por el simple (para nosotros) hecho de que los edificios en calles estrechas no le dejaban ver el cielo...














Tippi Degré © Alain Degré y Sylvie Robert


Nos vemos prontito.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares